miércoles, septiembre 28, 2005

= Retrato de un soporte técnico (Nacomentarios III)=

El soundtrack de tu vida fue: Los Amigos Invisibles - Diablo (The Venezuelan Zingason, 2005)






Querido diario:

Tengo la certeza absoluta que si mis clientes entraran a este blog, en este preciso momento se les estaría desprendiendo el ano del susto.

Esta, es una disección de una PC del año del caldo, y estoy mezclando diversos componentes para ver cuál furula y dejarla lista para que funcione lo que le queda de vida útil, porque ya esta en el borde de la obsolescencia (me viene un sentimiento deja-vú de científico loco cuando veo esta foto). Para los pocos observadores, el disco duro se llama Zara y se apellida Imperial. Bucarelli nos agarre confesados.

Todos los días escucho a cretinos de ayer y hoy hablar del punto de vista humano: el lado humano de la tragedia, el lado humano de la licenciatura, el lado humano de los calzones de tu hermana... por lo menos en cuanto a la relación que existe entre un usuario y su PC doméstica, no me queda la menor duda de su humanidad.

He visto todo un mosaico de emociones encontradas: el usuario que trata a su PC descompuesta como a un paciente terminal ("sálvala por favor"), el que la ve como una mujer ("hoy amaneció de latosa"), aquel que se la imagina poseida ("hace cosas raras, se apaga solita"), etc, etc, etc. He estado en horas impropias viendo alguna barra de porcentaje de instalación mientras el usuario amenaza a su equipo de todas las formas posibles, apelando a su lado amable e incluso rogando por su buen funcionamiento. Y a pesar de todo lo anterior, creo que soy YO el que necesita psiquiatra. Toing.

Pasando a cosas menos grotescas, decidí adquirir una TV decente para la sala de este humilde hogar; al día siguiente de instalarla con todo y DVD, fui contratar una extensión de conocido servicio de televisión por cable para remojarla a gusto, y salí con upgrade en el paquete porque me salía más barato que la extensión sola -hasta me regalaron la extensión para la nueva tele-.

Jo.

Este México chamánico y santoral tiene la mala costumbre de encontrar señales marianas hasta en el parabus Parque Hundido del metrobús, por ello presento ante ustedes el primer altar al Santo Cafecito Descafeinado. Barroco, como dios manda.

Personalizar los articulos personales es el detalle de distinción, pero dentro de lo posible eviten pegar cochinadas en sus equipos de cómputo (y cualquier otro electrodoméstico); primero porque es una lata quitar el pegamento con espuma antiestática, y segundo: bastante bochornoso será mas tarde llevar tu monitor a reparación y que el ingeniero se de cuenta que te encanta coleccionar las estampitas de Sabritas.

Y todavía huelen a Rancheritos.

Toda la población económicamente inactiva VIP (osease, los estudiantes) sienten una punzada en el lóbulo frontal cuando sus papaces y mamaces repiten por enésima vez una de esas tantas obviedades que portan como monolitos de sabiduría al estilo trapito de la virgen: el aprendizaje del idioma inglés como herramienta indispensable a un nivel superior de tipo socieconómico-político-geográfico-sexual. Lo cierto es que a falta de tutor, tenemos disponible en la zona metropolitana el tutorial underground con opción ósmosis. Busque el letrero, pege su cabecita al grafitti y edúquese, joven.

Si la perra duda les invade y desconocen su nivel de cultura urbana, siempre se puede recurrir a la web@. Y para los que no sepan que jijos son esos comments de mezcla mercadológica, he aqui la respuesta: son phlogs, we. Repitan despues de mi: phlllloooooog.

Cuando me estoy sacando la pelusa del ombligo me pregunto ¿bajo qué criterio podemos asegurar que una colonia es oficialmente zona urbana? propongo uno: si tienes una casa de campaña a la vuelta de la esquina, ya rifaste. Y que la mercadotecnia te ampare, mi cuate.

Informo a la amable audiencia que he descubierto EBay y no pienso salir nunca más de sus verdes praderas.

Toy pegao, toy pegao, toy pegao, tan-tán.

jueves, septiembre 22, 2005

= Cuando el temblor nos agarre encuerados =


El soundtrack de tu vida fue: The Postal Service - We will become Silhouettes (Give up, 2003)

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Querido diario:

Cuando tenía 7 años de vida ya habia llegado a varias conclusiones: la gente te pone más atención mientras menos la tomas en serio, que el mejor lugar para vivir era México y que los carros del Distrito Federal comenzaban su circulación al salir el sol, y todos iban siguiendo a un Mustang 76 Match 1 color rojo con una franja plateada en medio, todos en mega rally-procesión que terminaba al caer el sol. 

Aún seguía recolectando dibujos de Supermán de cada adulto que se me cruzaba en frente y recién habia caido en la cuenta de que usar a mi hermano menor - de tan sólo 3 años - de osito cariñosito con piernas chuecas, me conseguía puntos con la niña de mis ojos (eep, ya era un maldito marrano desde la infancia).

El jueves 19 de Septiembre del año 1985 de la era del niño dios, me encontraba en mi domicilio de Puente de Alvarado, esquina con Rosales -allá en la colonia Tabacalera de mis recuerdos -, haciendo lo mismo que hacía todas las mañanas: protestando enérgicamente por la abrupta levantada y resistiéndome al proceso de bañado, encerado y enfundamiento del uniforme escolar verde oscuro con camisa amarillo pollo que me mareaba.

Cabe hacer la mención de que en esos días me encontraba comprobando la brillante teoría de que dando vueltas sobre mi eje podía salir volando como el villano Tornado, enemigo mortal del Hombre Invencible (traducción maleta de Iron Man); por ello conocía perfectamente la sensación de estar mareado; juraba estar sintiendo dicho malestar cuando mi tia Luli (de Luisa puesn) me aclaró que no se trataba de un mareo, que estaba temblando.

Recuerdo vagamente el proceso de desalojo de mi domicilio, sólo tengo presente haberme caido y rodado por el pasillo de los cuartos, chocando abrutamente contra la pared que a la izquierda daba a la sala y a la derecha, a la salida.

Recuerdo también el haber permanecido en el marco de la puerta sujetado -mas bien, con las uñas enterradas en mis hombros- por mi madre, mientras mi tía Luli cargaba al Mr. Spuma -que estaba en la luna - y las dos repasaban algún punto oscurantista de las oraciones que se murmuraban en la iglesia de San Fernando, cuando el movimiento amainó. Había un silencio hueco: ni radios ni televisores prendidos (inconcebible a esas horas), de repente solo se escuchaban gritos y gente corriendo de un lado a otro, visiblemente espantada.

Mi madre salió al patio sujetándome - mas bien, jalándome - por la mano; corría a su lado Luli con Mr. Spuma en brazos, estaban tratando de llegar a la entrada frontal de la vecindad (alguna vez hubo vecindades muy cucas y clasemedieras, con patios gigantescos tipo corredor que tenía entradas en ambos extremos de la cuadra, ésta en particular se encontraba comunicando Puente de Alvarado con la calle de Ignacio Mariscal).

Toda la vecindad estaba en el portón, agazapados de las molduras de hierro y en pleno ataque de histeria, gritos y llantos desconsolados salían de las antes amables vecinas que vivían cerca de la entrada, hombres entrando y saliendo, cubiertos de un fino polvo blanco (se me figuraba talco entonces); en algún punto nos cedieron el paso y pudimos ver al exterior lo que había sucedido.

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Pude sentir a mi madre sujetarse de la puerta en un esfuerzo por no desmayarse (algo que hacía frecuentemente en esos años, lo cual no me extrañó): había una nube de polvo atenuando el panorama, la gente se encontraba reunida en el asfalto, los coches sólo circulaban del otro lado de la calle, donde batallaban al pasar. En la esquina de enfrente estaba el lote que se presumía estacionamiento público -si hoy día van por la zona, ahora es un estacionamiento de 3 o 4 niveles, con fachada rococó-tenoch - y que ahora fungía como improvisado hospital, donde colocaban a los heridos y donde más tarde colocarían los cadáveres que fuesen sacando del edificio de al lado, que era uno muy bonito de condominios y con una tienda en la planta baja, ahora un sandwich de tierra, vidrio y carne (hoy día es un lote baldío por donde pululan las mujeres del talón más feas de la zona metropolitana).

Mi padre había salido de viaje con mi tía Maya, venían regresando de Minatitlán cuando los agarró el temblor en plena entrada de la TAPO. El caso es que a 2 horas de lo sucedido, David Enriquez Nuñez estaba cruzando Puente de Alvarado cuando nos vio y salió corriendo a nuestro encuentro, sujetando en sus brazos a mi mamá que ahora sí se aflojó todita y se desmayó cuan larga era (que mi amá es chaparrita, asi que no fue big deal). Hasta este momento no terminaba de asimilar lo que estaba sucediendo, sólo veía ruinas de todo lo que había conocido, encontraba enormes vacíos en donde mi mente registraba antes edificios, establecimientos, etc.

Todos regresamos en friega al hogar. Hasta ese momento caimos en cuenta de las lámparas (que eran imitación latón y muy gariboleadas) se habían desprendido y colgaban del cable de luz y la vitrina amenazaba con venirse de frente por lo que David salió corriendo, presto a sujetarla y enderezarla. Recuerdo a mi papá poniendo al tiro a Doña Lucy, previendo una futura salida por lo que pudiese pasar y repasando los probables destinos. Después de un rato salimos a la calle: mi padre se puso a hacerla de tamarindo improvisado para regular el tránsito, mi madre fue a repartir no se qué cosas a los heridos, Maya es enfermera de profesión así que también hizo lo suyo. Mi tía Luli, el Mr. Spuma y su servilleta fuimos de paseo quesque "para tranquilizarnos".

Pude ver en las calles aledañas los postes de luz desprendidos del suelo, uno completamente desmoronado en el suelo, otro apoyado de una pared, colgando peligrosamente de un edificio agrietado. Había vidrios por todos lados, partes donde la acera y el asfalto se habían levantado y le habían quitado su llanura al suelo. La colonia era una facha.

Como a las 12 del día todos regresamos a la casa. En ese tiempo Don David había ido a ver qué habia pasado con mi escuela: estaba derrumbada. La tia Maya prendió el televisor, donde la transmisión del canal 2 se había reanudado para reportar lo sucedido; Maya lloró desconsoladamente al enterarse del destino final del Centro Médico, donde ella trabajaba y donde murieron aplastadas todas sus amistades.

Recuerdo todavía la historia de una niña de 14 años, sumergida en un foso lleno de agua enlodada, en donde había quedado atrapada de las piernas; la gente luchaba por sacarla pues el nivel del agua iba subiendo paulatinamente (alguna fuga de agua llenaba el foso). Estaban evaluando la posibilidad de abrir una bracha por algún lado para drenar el agua, para poder maniobrar y sacar sus piernas. La desesperación fue creciendo entre sus familiares, que intentaban arrancarla por la fuerza de ese foso. Hubo otro derrumbe y fue imposible liberarla, murió ahogada en ese foso. Aún recuerdo cómo medio rostro salía de entre las aguas ocres, mientras su familia le lloraba desconsolada. Y a partir de ese día mi vida fue otra.

Volvería a temblar en la noche del 20, saldría semidesnudo a la calle, huyendo del departamento y la vecindad que llamé hogar, hacia el lugar donde he vivido por 20 años: la colonia Ogrero Bubular. La he visto crecer, la he visto cambiar las fábricas y las bodegas por los Sanborn´s y los Bisquets Obregón. Pasaría mucho tiempo antes de que los campamentos de damnificados fuesen lentamente desapareciendo, inútiles fueron las protestas por una ayuda del gobierno que jamás llegó. Volvería a ver la puerta de mi casa desde las ventanas de un automóvil o de una pesera, preguntándome si realmente todo esto pasó.

Viviría los siguientes temblores en diferentes circunstancias. Volví a experimentar uno fuerte, 10 años después; en la prepa vi correr por las escaleras a una maestra lanzando codazos, empujando al alumnado y haciendo todas y cada una de las cosas que los letreros de seguridad decían claramente abstenerse de hacer. El sentimiento seguía presente, la histería no había desaparecido.

El otro día tembló, mas o menos a principios de este mes. Me encontraba en un cuarto piso, viendo Temporada de Patos (siiii, viví en pecado mortal casi un año sin verla). El miedo sigue ahí, pero en estos días los temblores estan bien maricas. Ninguno como el de aquella vez.

Y ha pasado tanto tiempo, que hoy día circulan por la calle individuos e individuas con sus genitales perfectamente desarrrollados y que no han vivido lo que es un temblor trepidatorio, que ignoran lo que es la histeria colectiva que ha marcado a todos los que todavía recordamos, que no sienten la necesidad de huir y abandonar todo lo preciado, para salvar el pellejo. Hoy día hay gente tan cínica que cree que puede poner una serie televisiva al respecto y darles una idea al México sobre lo que no se puede entender, hasta que te pasa.


Y deseo de todo corazón que nunca tengan que saberlo.

Pero es Jueves, han pasado 20 años y todavía creo que México es el mejor lugar para vivir.

Tantán.


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Atte.

El Hijo de Nadie

sábado, septiembre 17, 2005

=Como Nazario=



El soundtrack de tu vida fue: Blue Man Group feat. Venus Hum - I feel love.



Nazario vivió en la época del Defe viejo: ese de las colonias populares, las vidas sabor tragicomedia y de existencias anecdotarias.

Nazario no era muy inteligente, pero tampoco era buey; no era muy alto, pero tampoco estaba zotaco; no era güero, pero tampoco tenía abolengo étnico xoxhimanca; no era apuesto, pero tampoco estaba gacho (las señoritas de la época lo describen "dos, tres"); interesante no era, pero se figuraba simpático y por eso le tenían aprecio sus amigos y vecinos, siendo incodicional de todo huateque de calidad, borrachera en franca camaradería y de los eventos sociales y religiosos de la colonia.

Cuenta la leyenda que durante una reunión familiar, ya entrada la medianoche, se encontraba Nazario alrededor de una fogata - producto del capricho de los menores, que ya dormían profundamente entre regazos maternales y chamarras paternas-, retozando hombro con hombro entre cartones vacíos de Carta Blanca y relatos de andanzas propias y de terceros, cuando su mirada vidriosa quedó fija en la nada.

En su momento amigos y familiares aseguraban, en tono zocarrón, que el alcohol había diluido el pudor sanguíneo y que le pasaba lista con la mirada a su prima Raquel; otros dijeron que fue la nostálgica remembranza del tio Chucho sobre un pasado común felíz, inocente, más simple.

Solo dios y Nazario saben qué fue lo que pasó por su mente en aquel fatídico momento, cuando algún oscuro motivo lo desconectó del ambiente bohemio, de la plática familiar y de la borrachera misma. Su rostro se llenó de una seriedad abrumadora, la mirada se le aclaró en un instante, una profunda melancolía se apoderó de sus facciones.

El creciente conflicto interno pasó desapercibido entre la alharaca y el albur; aquellos que ocasionalmente se lo topaban con la mirada atribuian su semblante a una elucubración de naturaleza etílica, restándole importancia.

Fue hasta que Nazario se puso de pie que los coterturios cayeron en la cuenta de su apariencia mórbida, similar a la de un cadáver; en un instante las conversaciones perdieron todo sentido, la alegría se fue desvaneciendo del corazón de sus familiares, se fue anidando un sentimiento de preocupación en el estómago, el cual crecía lentamente hasta figurarse en angustia, mientras él se daba la media vuelta y se alejaba de la fogata en dirección del zaguán y de la salida. Fue el primo Juan el primero en llamarlo por su nombre, mientras el estupor de la cerveza y la sorpresa acrecentaba el desconcierto de la concurrencia, que veía los erráticos movimientos de Nazario mientras cruzaba el umbral que lo llevaba a la calle: fue la tia Lala la última persona en preguntar por el rumbo de sus pasos, un corto pero incómodo silencio abrumó a los invitados. Uno de los primos habló en tono conciliador, concluyendo que todo lo acentecido era el resultado de ese último cartón que ahora yacía vacío a los pies de los invitados. Pronto esa salida intempestiva pasó a segundo plano y se reanudó la velada hasta el amanecer.



Desde ese día nadie supo más de Nazario.



Con el paso de los años, la costumbre y el argot popular inmortalizó el evento en los anales de la sabiduría colectiva; es por eso que cuando alguien abandona una reunión molesto, de manera abrupta e inoportuna sin despedirse siquiera, se dice que "se fué como Nazario".

A propósito de la bonita anécdota, el Hijo de Nadie extiende una sentida disculpa a la amable audiencia por abandonar el changarro sin previo aviso, prometo no volverlo a hacer.

Saludos.


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Atte.

El Hijo de Nadie

P.D. Reanudaremos a la brevedad las chabacanerías de costumbre y algo sobre el temblor, así que recomiendo empezar con las referencias del 10 de Mayo con anticipación.