jueves, enero 25, 2007

= Dias de Duende =


El soundtrack de tu vida fue: The Automatic - Monster (Not Accepted Anywhere, 2006).



Nota de la redacción: Los que entraron en las últimas 9 horas se habrán dado cuenta que me quedé dormido y no terminé el post, perdónenme la vida y a lo que te truje, Tetencha.

Y sucedió que al botana de Facundo, espíritu encarnado de la generación cábula coyoacanense, se le ocurrió dar forma al espíritu de la raza cósmica, el cual puede ser invocado en bailongos, huateques y guarapetas de a cubetazo, y que la Psicología confunde frecuentemente con el término personalidad oculta.

Decidió bautizar su tratado con el título Mi papá es un duende.

Lo cierto es que, la sociedad metropolitana que florece en el Defe se encuentra clavada en un esfuerzo compartido por el deterrioro sin fin, y como la realidad suele rebasar con creces las parábolas de Jaime Duende, es pertinente acuñar de una buena vez el término duendear.


Duendear. verb. (De duen de casa, dueño de la casa y facĕre) .- Dícese del ejercicio indiscriminado de los siete pecados capitales, acompañada de reacciones motrices extremas, daños a terceros y transgresión del espacio vital del prójimo, producido por el uso de algún elemento reactor, comunmente de índole embrutecedor.


Asi como Jaime Duende usa las bebidas alcohólicas como elemento reactivo para desatar las escenas más aparatosas jamás vistas, el resto de la población tiene a su alcance un mosaico colorido y diverso de reactores para duendear.

El dueño de la camioneta arriba fotografiada, el señor Jorgito Peña Lascurain, suele duendear cuando se encuentra al volante.

¿Qué siente usted al manejar?
- Pues, ¿como te digo? pues me siento fuerte, imparable, siento que nada me puede alcanzar, ¿no? como que nada me puede tocar; por eso, cuando me rebasan me da harto coraje, ¿no? impotencia, siento que me quieren hacer menos, y pues ellos son los que se van a quedar con las ganas, porque manco nostoy, ¿o no?.

Fulgencio Corona, encargado de nómina, siempre está al pendiente de la fila del banco, es el primero en denunciar un ingreso no autorizado o el abuso de los representantes de la ley.

-¿Y usted qué hace cuando un polecía lo arrima detrás de la raya?
-Pus el dijo al hijo de su **ta madre de lo que se va a morir, noositedigo, nomás porque lo ven a uno solo, pus sienten que se pueden aprovechar, ¿no?, que pueden abusar de la autoridá que le otorga el dueño del banco, ¿pus quiobo?. Igual cono esos c*ler*s que se quieren pasar de pend*j*s, pus uno llegó primero, quien chin**dos los manda a meterse entre uno y sus sueños. Jijos, qué coraje me hacen pasar esos cab**nes.

Maru Sifuentes también encuentra problemática la presencia de la fuerza policiaca, especialmente cuando los agentes de la ley pretenden levantar de la acera a su creatura, el Chato, cuidador profesional de banquetas-con computación-, presunta víctima de la vorágine empresarial.

Mire joven, m´ijo no es malo, le jurto por esta ques bien chambiador, toda la culpa de nuestras desgracias la tiene el put**o administrador de la envasadora AGA, el corrupto de **** **********, que siempre le tuvo envidia a mi Memo, por eso lo acusó de consumir bebidas alcohólicas en su estación de trabajo y lo despidió injustificadamente. Y para acabarla de amolar, vienen esos hijos de su p**che madre, ladrones embusteros, sólo quieren llevarse a m´ijo para sacarme dinero, que la fianza, ¡¡toomen su fianza que!!!, cobardes abusivos estos.



Hasta el presidente Hugo Chavez duendea cuando le dicen que se pasa de caudillo.

Insulso-Inzunsa, que pen**jo es ese doctor Inzunsa, caballero.

Tengo que confesar, amable audiencia, que a veces duendeo cuando comento los post de mi prójimo, especialmente cuando la moderación de comentarios está habilitada. Me causa malsano gusto el no ver mis comentarios autorizados, porque sé de antemano que el autor los ha leido, ha puesto cara de chinito y los ha borrado.

Y usted, ¿cómo duendea?.




¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?



Últimas Noticias.- En una salida me he encontrado con otros ejemplos de duendismo:

-¿Y porqué no llamaste mientras hacías la cotización?
-Porque estaba con los weyes estos, viendo las opciones y evaluando la mejor cotización.
-¿Y no puedes hacer las dos cosas al mismo tiempo?
-Pues no.
-YO si puedo hacer dos cosas al mismo tiempo, todo el tiempo lo hago
-¿Y? ¿Es una competeeencia o queee?, te crees muuucho ¿no?¿o queeeee, o queeeeé?


-Oye, ¿Cuál cantan los de Audioslave?
-Pues esa de Like a Stone, no creo que los hayas escuchado
-No, pus no.

5000 minutos más tarde...♪ ♪ ♪
iiiiiin your hooouse
i looooong toooo beeee
roooooom by rooooom
paaaa-tiently♪ ♪
-Mira, esos son Audioslave
-¡¡¡Ya te dije que no sé quienes son esos que están tocando!!!
- (¿¿??) Pero tu me preguntaste por Audioslave, ellos son
-¡¡¡Que no sé chingado!!!!
-Si, lo sé, ellos son Audioslave, ellos cantan Like Stone
-Eso solo te importa a ti, sólo tu estás preocupado por esa musiquita de mierda
-(¡¡¡UTA!!!) Pues no preguntes sobre lo que NO te quieres enterar
-¡¡¡ QUE YO NO SÉ-wara warawarawarawara warawarawarawara
...


Que fea es la raza humana, toda duende de principio a fín.

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Atte.

El Hijo de Nadie

martes, enero 09, 2007

= Magical Mexican Lovesickness =


El soundtrack de tu vida fue: The Killers - When You Were Young (Sam's Town, 2006).


Aprendí el concepto de usurpación de funciones cuando tenía 9 años. Era un festival de la primaria, en el que -por razones que no entiendo - pretendían que los alumnos personificaran la mayor cantidad de figuras históricas posibles. Hice casting para hacer a Benito Juárez cuando llegó con los frailes de chacha; quedé para el papel pero me lo quitaron a última hora porque no era lo suficientemente indígena. Clamé por la sangre de la profesora de segundo, que jugó un papel importante en mi destitución -si alguien está calificado para diagnosticar ardidez en AMLO, soy yo-, pusé mi jetota y me aplasté en un salón mientras entraban los padres de familia.

Ya había comenzado el festival y ví que el niño que iba a interpretar a Agustín Melgar estaba haciendo la danza de los orines, salió corriendo hacia los baños ante la protesta de la maestra de segundo, que se le iba bajando el azúcar con cada paso que el urgido infante daba. Emparejé al susodicho en el baño y me ofrecí a sujetarle boina, capa(¿¿??), espada y rifle para que se desahogara, con malicia me coloqué la boina y me asomé desde la puerta. Cuando despedían a Francisco Márquez y anunciaban a Agustín Melgar ya me terminaba de poner la capa, salí corriendo desde el baño, me trepé de tres zancadas a la tarima, saqué la espada como si estuviera en el recreo y grité: -¡¡¡Yo soy Agustín Melgar!!!.

Aplausos de los padres, mi madre conmocionada -Maria Daniela me hubiera envidiado-, bocas abiertas del alumnado, quijadas en el suelo del personal docente. En mi pequeña intriga, se me había olvidado que no tenía ni puta idea de quien era Agustín Melgar, nunca estudié mi papel. Silencio absoluto, los padres murmuraban, mis compañeros, fúricos, ya me acusaban de conato de sabotaje de festivales, la maestra de segundo atorada en un gesto de enojo, sorpresa y desesperación. Mi maestra favorita le quitó de sus manos el guión, se trepó a mi lado, y me susurró: "Repite después de mi".

Fuimos los precursores del teleprompter.

En esa época, las maestras eran como segundas madres de sus alumnos, nunca nos dejaban caer en desgracia, y nos seguían hasta el infierno o la dirección si era preciso. Como buen hijo ingrato, no me puedo acordar de su nombre.

Acabado el festival y el bochorno, ví al niño al que le había robado su momento triunfal llorando en los brazos de su maestra - la de segundo, que me fulminaba con la mirada-, y fué entonces cuando de bono, conocí el malinchismo real, mientras el niño gritaba entre babas y llanto: -¡¡¡Odio a los mexicanos, quiero a mi tio Willy, quiero irme a California y no volver!!!.

Hace algunos ayeres, hice la afirmación de que los mexicanos tenemos una ideosincracia piruja, hoy reitero y lo sostengo mi palabra.

Antes de que el boom latino-mexicano se diera, era bastante común escuchar y leer referencias peyorativas de nuestra nacionalidad, convirtiendo nuestra siempre mutante problemática nacional en un estigma de ascendencia, casi como si nacer mexicano era un equivalente a volverse un bandolero, un corrupto, un huevón, un cobarde, un violento, un pobre pendejo.

Entonces estaba de moda ser progringo: alabar el american way era equivalencia a dejar el tercer mundo, usar gabacho era como arrancarse los malos modos, el mal gusto y el olor a tamal para aspirar a las praderas de Wisconsin, despreciar lo mexicano era como cortar las cadenas de la mexicanidad y prepararse para ascender a los sueldos en dólares, un mejor modo de vida. Y estos wannaberos normalmente tenian familia en E.U. alcahuetosa que les servía de trampolín migratorio, solían ir a Disneyland, a Miami y a El Paso en todo periodo vacacional, vestir de pants y traer todo artículo de manufactura estadounidense posible para presumir a la indiada.

Durante el sexenio de Salinas estos ánimos se hincharon al máximo y los gringados soñaban con MacDonalds en cada esquina y se veían saltando en dólares sin salir de casa, como "parte del primer mundo", ánimos que se desfondaron durante ese fatídico Diciembre del 94 que todos conocemos.

E.U. no se diga: en algún punto de la historia moderna encontró en nuestro país un lugar para hacer y deshacer al menor costo posible, con la mayor cooperación a la que se podría aspirar y sobretodo, con toda la impunidad del mundo - dicho esto pensando en muchos, muchos ámbitos aparte del turístico-. Desde hace mucho se filman producciones hollywoodenses en México por los bajos costes que representan, ya he mencionado un caso en particular.

El boom de la mexicanomanía -prima fea de la latinomanía- de principios de este siglo atrajo la atención de la gente más fea concebida jamás, de gente simpática, de mucha gente que nada tenía que hacer por acá, pero que tenían mexicanis modé, y de Tarantino.
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Muchos buscaron descifrar al México que los erotizaba, en el trayecto trajeron del vuelta al México mágico, y a una que otra estrella fugada, que se lanzaba al estrellato por su mexicanidad.

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Y con la exaltación, de repente nos encontramos políticamente correctos y no encontramos un poco achatados en nuestra identidad, porque nos piden el sabor a México, y discretamente nos ponemos a buscar en los bolsillos a ver si todavía anda por ahí.

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Mientras buscaba los links en mi blog, encontré un comment de conocida bloggera (les dejo su identidad de adivinanza, en fechas recientes está muy balconeada), que me enclarece todo este eros tanatos:


Es un tormento que te guste algo que-a-todo-mundo-le-gusta. Es que ya no sabes ni qué pensar. Desde tu lecho de pretensión, dices: ps es que si le gusta a todo mundo, he de ser pendejo (porque todos sabemos que todo mundo es pendejo). ¿Y mi estatus? ¿Ónde quedó mi estatus, eh? ¿EH?

Por ejemplo: La pesadilla de antes de navidá, o Pink Floyd. ¡O García Márquez! Yo ya no sé qué pensar de García Márquez. Mi capacidad de juicio se esfumó esta semana a la hora de hacer reseña publicable pa' las putas tristes. ¿Me gusta, no me gusta? ¿Es bueno, o malo, o ni bueno ni malo sino todo lo contrario? ¿Quién soy yo para criticar premios nóbeles? ¿Y el premio nóbel, ps qué pedo, si hasta la Rigoberta Dark se lo ganó? Y mucha la confusión.


Carlos Fuentes, panameño-mexicano precursor de la mexicanomanía en el siglo pasado, afirmaba que E.U. -yo diría, que el resto del mundo- nos deslumbra con su fulgor, que nos vemos a través del reflejo extranjero como lo que queremos y no podemos ser. Enrique Krauze, en su libro Textos Heréticos se lo filetea por cursi y atribuye su afirmación a su problema de identidad, como panameño enamorado del México mágico que sus padres y la tele le dibujan, y asegura que en realidad México está ensimismado con los mexicanos, inmerso en sus propios problemas. Aunque he vivido convencido de la visión de Krauze, tengo que reconocer que en cierto modo, ambos tienen razón.

Vivimos ensimismados en nosotros mismos porque no cuesta mucho trabajo dibujarnos tal cual somos, y muchas veces necesitamos que venga un Juan Nadie a recordarnos lo hermosos que somos por aqui haber nacido. A veces, los mexicanos no merecemos a México, del que renegamos y al que besamos según nos acomoda. Algunos nos vamos y venimos si así nos aplauden más, mientras en la sombra están los que se van por motivos de necesidad o que van a estudiar/trabajar a otros lares y son ellos los que siempre añoran a la patria, a la que intentan dibujar en su nuevo hogar, por la que preguntan todos los días, sobre la que han perdido sus derechos por abandono y que nos ven desde donde están con desaprobación y tristeza, pues seguimos deteriorándonos y mutando en algo todavía más feo.

Entonces viene un ojete y nos pinta de esta manera; no puedo mas que reirme, primero porque sé perfectamente que asi no somos, pero sobre todo, porque es lo que todo el tiempo tememos estar mostrando al mundo, por nuestra nacionalidad bulímica que siempre se ve al espejo y se siente chaparra, prieta e ignorante.




Luego vienen The Killers, y hacen esto.


Y lloro, porque un perfecto extraño nos dibuja esplendorosos como somos, y no lo merecemos.




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Atte


El Hijo de Nadie.