sábado, junio 23, 2007

= Soñando un sol de Mayo =


El soundtrack de tu vida fue: Guillemots - Trains To Brazil (From The Cliffs, 2006).





Cuando la directora le pidió a mi madre que describiera mi carácter en tres palabras, las palabras se le coagularon en la garganta: Lucyfer aun no dominaba el arte de encontrar los adjetivos más amables para el lado más torcido de las cosas.

Se sospecha que la experiencia de criarme coadyuvó a desarrollar dicho talento.

Aquello que la señora Tenorio no se atrevió a proferir entonces, tarde que temprano el mundo entero se encargaría de tenerme al tanto, una complicada tarea en manos -y bocas- de todas las personas que se han cruzado en mi camino. Baste saber que la primera aportación la hizo mi pediatra, cuando fui registrado como "El Monstruo".

Vituperios aparte, los eruditos en la materia de mi personalidad han llegado a una serie puntos de concordancia, parámetros aceptados de común acuerdo entre los cuales sobresale el hecho de que reescribo los anales de la historia de la necedad.

Las mulas, los borricos y los chivos de la montaña frucen el seño en señal desaprobatoria, algunos mascullan y se preguntan cómo alguien puede ser tan terco y obstinado.

La decano Poquianchis del Espacio ha realizado un mayúsculo esfuerzo durante los últimos 6 años, con el propósito de comunicarme el resultado de dicho dictamen, laboriosa y compleja tarea en un individuo que de entrada, se niega a conceder razón a las palabras de sus semejantes.

Para colmo, la vehemencia de mis detractores es el alimento de mi terquedad. Tal característica sería el catalizador de mi nueva perdición.

Todo comenzó cuando decidí comprarme un nuevo teléfono celular.

El servicio que me había prestado el W600i había llegado a su fin: la mala costumbre de usarlo en modalidad walkman me tenía engolosinado, necesitaba algo que me permitiera expandir mi biblioteca musical-personal-móvil.

Buscando una buena oferta para un W800i, me pasó por las narices -como pavo al gratín- un smartphone HP IPAQ hw6515, funciones e pocket PC, precargado con el sistema Windows Mobile 2003 SE, desbloqueado para usarse con cualquier servicio telefónico, con aditamentos, envuelto para regalo y con edecán gesticulando frente al producto. De segundo cachete eso si, pero en perfectas condiciones.


Hice caso omiso de las voces que me recordaban sobre mi tendencia a consumir tecnología: las posibilidades crecían frente a mis ojos, me entregué cual mujerzuela ante el nuevo mundo que se develaba; me encontré devorando revistas, libros, fuentes online y todo aquello que me ofreciera los medios para seguirme embriagando en la pocketmania.


Quise sacarle provecho su ranura de almacenamento primaria y le compré una tarjeta miniSD de 2Gb; quise navegar lejos de cualquier pc y en la palma de mi mano, le compré una tarjeta WIFI SDIO; quise perderme en los más ambiciosos playlists, compré un manos libres/audífonos inalámbricos; sentí que las funciones .touchscreen podían volverme al buen camino del sketch ocasional, bajé e instalé un programa para dibujar con el stylus del aparatejo.



Entonces quiso la vida ponerme a prueba: me llovieron acticidades, proyectos, desafíos, responsabilidades. Las funciones de organizador personal, agenda, centro de comunicaciones, gestor de tareas y las notas como respaldo de mi memoria a corto plazo, me permitieron sumergirme como nunca antes en la faena, casi con inusitada soltura. Al optimizarse mis métodos de organización, fui lentamente descubriendo deficiencias en la manera en como planeo y ejecuto, me volví más práctico y me encontré haciendo más cosas -incluso de manera simultánea- en un día de las que mis capacidades naturales me permiten; mis finanzas mejoraron considerablemente, dejé de lado los gastos innecesarios, de repente el dinero me rinde en las manos.



En condiciones naturales, la adicción a la tecnología se apodera de la voluntad de sus víctimas, arruina sus vidas, los convierte en parias de la sociedad, los hace perder el trabajo, el tiempo, la vida y hasta la salud mental.

Irónicamente, y como usualmente dicta mi suerte, inmerecidamente mi vida estaba mejorando.


Entonces, ante tanta bonanza ¿dónde se encuentra mi condenación?.

Por un lado, descubro que he desperdiciado mucho tiempo en esfuerzos inútiles y causas futiles, he dejado de hacer mucho de lo que me gusta y por necedad, he permanecido en este error mucho, mucho tiempo.

Por otro, me he vuelto completamente dependiente de mi agenda: temo que mi mundo se vuelva a desmonorar sin un medio para mantenerlo perfectamente calzado, ordenado, engrasado y optimizado.

Y por otro, me siento prisionero de mis limitaciones físicas: de repente me encuentro capaz de hacer tantas cosas, y me frustra que el tiempo no me es suficiente para vivir, a veces desearía existir en un lugar donde se encuentre instaurado un día con 38 horas. Cabe hacer una precisión: no quiero convertirme en workaholic consumado, es sólo que hay tantas cosas por hacer, por sentir, por leer, por escuchar, por experimentar, por conocer, que en un segundo se me puede ir la vida y me entra el temor de que tal vez, no llegue a cumplir mis ambiciones, las anquilosadas y las nuevas.

Quiero más.

Mayo desapareció en un abrir y cerrar de ojos, y he pasado por tanto, que el tiempo me falta para documentarlo correctamente.

El reloj que ahora habita en mi alma me dará los medios para hacer volver el ímpetu que me trajo al blog, sólo tengo que dejar fluir mi ser, y dejar de necear con mis propias ideas.



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Atte.

El Hijo de Nadie.