El soundtrack de tu vida fue: Blue Man Group feat. Venus Hum - I feel love.
Nazario vivió en la época del Defe viejo: ese de las colonias populares, las vidas sabor tragicomedia y de existencias anecdotarias.
Nazario no era muy inteligente, pero tampoco era buey; no era muy alto, pero tampoco estaba zotaco; no era güero, pero tampoco tenía abolengo étnico xoxhimanca; no era apuesto, pero tampoco estaba gacho (las señoritas de la época lo describen "dos, tres"); interesante no era, pero se figuraba simpático y por eso le tenían aprecio sus amigos y vecinos, siendo incodicional de todo huateque de calidad, borrachera en franca camaradería y de los eventos sociales y religiosos de la colonia.
Cuenta la leyenda que durante una reunión familiar, ya entrada la medianoche, se encontraba Nazario alrededor de una fogata - producto del capricho de los menores, que ya dormían profundamente entre regazos maternales y chamarras paternas-, retozando hombro con hombro entre cartones vacíos de Carta Blanca y relatos de andanzas propias y de terceros, cuando su mirada vidriosa quedó fija en la nada.
En su momento amigos y familiares aseguraban, en tono zocarrón, que el alcohol había diluido el pudor sanguíneo y que le pasaba lista con la mirada a su prima Raquel; otros dijeron que fue la nostálgica remembranza del tio Chucho sobre un pasado común felíz, inocente, más simple.
Solo dios y Nazario saben qué fue lo que pasó por su mente en aquel fatídico momento, cuando algún oscuro motivo lo desconectó del ambiente bohemio, de la plática familiar y de la borrachera misma. Su rostro se llenó de una seriedad abrumadora, la mirada se le aclaró en un instante, una profunda melancolía se apoderó de sus facciones.
El creciente conflicto interno pasó desapercibido entre la alharaca y el albur; aquellos que ocasionalmente se lo topaban con la mirada atribuian su semblante a una elucubración de naturaleza etílica, restándole importancia.
Fue hasta que Nazario se puso de pie que los coterturios cayeron en la cuenta de su apariencia mórbida, similar a la de un cadáver; en un instante las conversaciones perdieron todo sentido, la alegría se fue desvaneciendo del corazón de sus familiares, se fue anidando un sentimiento de preocupación en el estómago, el cual crecía lentamente hasta figurarse en angustia, mientras él se daba la media vuelta y se alejaba de la fogata en dirección del zaguán y de la salida. Fue el primo Juan el primero en llamarlo por su nombre, mientras el estupor de la cerveza y la sorpresa acrecentaba el desconcierto de la concurrencia, que veía los erráticos movimientos de Nazario mientras cruzaba el umbral que lo llevaba a la calle: fue la tia Lala la última persona en preguntar por el rumbo de sus pasos, un corto pero incómodo silencio abrumó a los invitados. Uno de los primos habló en tono conciliador, concluyendo que todo lo acentecido era el resultado de ese último cartón que ahora yacía vacío a los pies de los invitados. Pronto esa salida intempestiva pasó a segundo plano y se reanudó la velada hasta el amanecer.
Desde ese día nadie supo más de Nazario.
Con el paso de los años, la costumbre y el argot popular inmortalizó el evento en los anales de la sabiduría colectiva; es por eso que cuando alguien abandona una reunión molesto, de manera abrupta e inoportuna sin despedirse siquiera, se dice que "se fué como Nazario".
A propósito de la bonita anécdota, el Hijo de Nadie extiende una sentida disculpa a la amable audiencia por abandonar el changarro sin previo aviso, prometo no volverlo a hacer.
Saludos.
========================================
Atte.
El Hijo de Nadie
P.D. Reanudaremos a la brevedad las chabacanerías de costumbre y algo sobre el temblor, así que recomiendo empezar con las referencias del 10 de Mayo con anticipación.
Nazario no era muy inteligente, pero tampoco era buey; no era muy alto, pero tampoco estaba zotaco; no era güero, pero tampoco tenía abolengo étnico xoxhimanca; no era apuesto, pero tampoco estaba gacho (las señoritas de la época lo describen "dos, tres"); interesante no era, pero se figuraba simpático y por eso le tenían aprecio sus amigos y vecinos, siendo incodicional de todo huateque de calidad, borrachera en franca camaradería y de los eventos sociales y religiosos de la colonia.
Cuenta la leyenda que durante una reunión familiar, ya entrada la medianoche, se encontraba Nazario alrededor de una fogata - producto del capricho de los menores, que ya dormían profundamente entre regazos maternales y chamarras paternas-, retozando hombro con hombro entre cartones vacíos de Carta Blanca y relatos de andanzas propias y de terceros, cuando su mirada vidriosa quedó fija en la nada.
En su momento amigos y familiares aseguraban, en tono zocarrón, que el alcohol había diluido el pudor sanguíneo y que le pasaba lista con la mirada a su prima Raquel; otros dijeron que fue la nostálgica remembranza del tio Chucho sobre un pasado común felíz, inocente, más simple.
Solo dios y Nazario saben qué fue lo que pasó por su mente en aquel fatídico momento, cuando algún oscuro motivo lo desconectó del ambiente bohemio, de la plática familiar y de la borrachera misma. Su rostro se llenó de una seriedad abrumadora, la mirada se le aclaró en un instante, una profunda melancolía se apoderó de sus facciones.
El creciente conflicto interno pasó desapercibido entre la alharaca y el albur; aquellos que ocasionalmente se lo topaban con la mirada atribuian su semblante a una elucubración de naturaleza etílica, restándole importancia.
Fue hasta que Nazario se puso de pie que los coterturios cayeron en la cuenta de su apariencia mórbida, similar a la de un cadáver; en un instante las conversaciones perdieron todo sentido, la alegría se fue desvaneciendo del corazón de sus familiares, se fue anidando un sentimiento de preocupación en el estómago, el cual crecía lentamente hasta figurarse en angustia, mientras él se daba la media vuelta y se alejaba de la fogata en dirección del zaguán y de la salida. Fue el primo Juan el primero en llamarlo por su nombre, mientras el estupor de la cerveza y la sorpresa acrecentaba el desconcierto de la concurrencia, que veía los erráticos movimientos de Nazario mientras cruzaba el umbral que lo llevaba a la calle: fue la tia Lala la última persona en preguntar por el rumbo de sus pasos, un corto pero incómodo silencio abrumó a los invitados. Uno de los primos habló en tono conciliador, concluyendo que todo lo acentecido era el resultado de ese último cartón que ahora yacía vacío a los pies de los invitados. Pronto esa salida intempestiva pasó a segundo plano y se reanudó la velada hasta el amanecer.
Desde ese día nadie supo más de Nazario.
Con el paso de los años, la costumbre y el argot popular inmortalizó el evento en los anales de la sabiduría colectiva; es por eso que cuando alguien abandona una reunión molesto, de manera abrupta e inoportuna sin despedirse siquiera, se dice que "se fué como Nazario".
A propósito de la bonita anécdota, el Hijo de Nadie extiende una sentida disculpa a la amable audiencia por abandonar el changarro sin previo aviso, prometo no volverlo a hacer.
Saludos.
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Atte.
El Hijo de Nadie
P.D. Reanudaremos a la brevedad las chabacanerías de costumbre y algo sobre el temblor, así que recomiendo empezar con las referencias del 10 de Mayo con anticipación.
7 comentarios:
¡No estaba muerto,
andaba de parranda!
Respeto profundamente ese momento en que la mirada vidriosa de mis amigos queda fija en la nada.
"Fue el primo Juan el primero en llamarlo por su nombre, mientras el estupor de la cerveza y la sorpresa acrecentaba el desconcierto de la concurrencia, que veía los erráticos movimientos de Nazario mientras cruzaba el umbral que lo llevaba a la calle: fue la tia Lala la última persona en preguntar por el rumbo de sus pasos"
Lo que pasa es que esta tertulia no es lo mismo sin usted. Me cai.
Welcome back, maestro.
You made my day.
Sí sí. No sé si sea el alcohol, drogas mayores, o esa cosa cursi del amor, no importa, pero todos tenemos nuestro Nazarito dentro.
No tiene nada de malo desaparecer, simón, nada, al fin y al cabo de este mundo bien vale desaparecer, aunque sólo veces.
Avise pa la próxima, señor, porque resulta incomodísimo el silencio (como la bloggósfera sin el Malakatonche).
Chido pues.
Que vengan again las chabacanerias. Aquí andamos sus catchers.
Sin embargo yo no estoy contento
¿Donde fue?
¿Con quién estuvo?
¿Qué tanto hizo?
Pero sobre todo y más importante que nada:
¿Qué nos trajo?
¡Qué buena foto, caray!
Vaya, tan buena explicación "casi" hizo que valiera la pena que se ausentara tanto tiempo...que bonito todo.
Yo no conocía la historia de Nazario, estoy conmovida.
Esperemos pues lo del temblor y las chabacanerías.
Saludos
ya anduvi ansina riti preocupada...
te juites, me dejates... luego a todos abandonates...
esos son huevos
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