martes, mayo 09, 2006

= Quiero un coco (Nadie hablará de Bud Spencer cuando hayamos muerto) =


El soundtrack de tu vida fue: Stellastarr - My coco (stellastarr*, 2003).

Título alternativo: Nadie hablará de Bud Spencer cuando hayamos muerto.


Nota de la redacción: los siguientes eventos tuvieron lugar el pasado Domingo, ahorita sólo tengo sed y sudor que ofrecerles.

Querido diario:

Hoy el calor me ha tenido podrido, y siento que si no limito mi indumentaria a la ropa interior o a un juego de bermudas con mi camisa de Thor, me puede dar una embolia por falta de líquidos.

No sé si se deba al calor o por el uso rudo, pero creo que mi celular ha muerto; si alguien pretende llamarme en estos días, puede que no obtengan respuesta alguna.

Mientras las cuatro botellas de 2 lts. de agua mineral Peñafiel se terminan de enfriar, platico a la amable audiencia que este fin de semana me dio por hacer uno de esos experimentos antropológicos a los que los tengo tan acostumbrados, pero los menesterosos se encuentran en lo profundo del frigorífico del mercado San Cosme, dicen que eso de sudar no es de dios.

Mi segunda opción era sintonizar el canal 5 a ver qué transpiraba, pero el XHGC parece la matiné de la colonia Escandón: reruns traducidos de todo lo que ya vi en cable y todas las películas son los palomeras de los últimos 3 años.

Mi desesperación iba en aumento: necesito de mal gusto para equilibrar mis chakras abdominales, o la clase media puede despertar en mi y ahora si, la vida de Nadie valdría Cheetos.

Es por eso que decidí desempolvar la Beta y saqué mis casettes de antaño, a ver si con eso consolaba mi hambre de basura. No me equivoqué.

Encontré la primera película que grabé en una videocasetera: Dos Puños contra Rio.




Esta joya de la cinematografía italiana es estelarizada por el duo dinámico del cine de acción de finales de los 1970 y mediados de los 1980: Terrence Hill y el intrépido Bud Spencer.

Recuerdo haberla visto por primera vez en la casa de las láminas, ese lugar donde mi familia se refugió después del temblor. En los años posteriores, seguiría buscando afanosamente en los Teleguías las transmisiones del Duo Dinamita, muchas serían las joyas que vería en mi televisor en blanco y negro color amarillo, con su manija plateada y su disco de canales negro; muchas fueron las tardes en las que perdía el tiempo viendo esas aventuras, en donde cada cinco minutos la situación terminaba resolviendose a punta de puñetazos y cachetadas soplamocos.

Todas estas permanecen tatuadas en mi corazón:

Bulldozer

Puños explosivos

Banana Joe

Patifús del Nilo

Los misioneros del Amazonas

...Y si no, nos enfadamos

Dos puños en Africa

El que encuentra un amigo, encuentra un tesoro, que es mi favorita (Dos mequetrefes andan buscando un tesoro de la Segunda guerra Mundial, quesque un cargamento de oro nazi; terminan en una isla hawaiiana donde un kamikaze japonés y una nativa poblaron una tribu entera, para proteger el tesoro).


Y asi por el estilo.

Ya en sus años dorados, Bud dejó de lado su adorado alfeñique y lanzó la serie de películas de detectives llamadas Extralarge. Los años pasaron, el temible gigante se fue convirtiendo en una pasita, donde antes estuvo el temible Patifús, sólo quedó esto:


(Si, es el negro maricón del Miami Vice)

Los años han pasado y los europeos, más respetuosos con el pasado y lo kitsch, están relanzando los DVDs de Bud Spencer en pequeñas ediciones de colección. Ruego porque un día lleguen al puesto de Chilpancingo.

Sob.

Que la amable audiencia opine, yo voy a ver si mi arroz salvaje ya quedó.

Prrrrrt.


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Atte.


El Hijo de Nadie.

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