Querido diario:
Bien dice el Onésimo Memo: "El deterioro simplemente no tiene límites"; lo cierto es que, deterioro o no, las cosas calificadas "de mal gusto", a últimas fechas andan bien botanas.
Uno puede imaginarse que se trata del deterioro mismo llegando a nuestras vidas, infectando nuestro espíritu librepensante y majadero, pero haciendo revisiones exhaustivas de los índices de desempeño de la masa funk, como el RBC x M (Ratio Bruto de Chidioteces por Minuto), pus no andamos "que bruto, pinche chistocito de mierda", pero tampoco andamos bajones.
Y es que las cosas andan de tan mal gusto, que hasta simpáticas se ven (eso, claro esta, si mantenemos el criterio amplio y los chakras afinados y alineados); por ejemplo, fuentes del underground mexicano indican que programas tan furris como Los Sánchez se encuentran en la predilección de personas tan sofisticadas y versátiles como el buen Dr. Beck. Otro ejemplo: la poquianx se queda como zombie de sagüayo frente a los programitas matinales, uno de ellos con su gustada sección "bueniii, Buenii, BUENIII", que sólo me carcajeo de verla atacada de risa por semejante gordéz.
¿Dónde quedaron los programas decentes, como Nosotros los Gómez y Mi secretaria?
Ya que.
Luego, mi más reciente regalo es una bomba: me pasaron una copia del Exorcista IV, que por sí sola es una porquería bien hecha y gacha; pero esta versión que tengo en mis manos es única e irrepetible: tiene monitos parándose, llegando con sus palomitas, saltando, haciendo fuguritas y señas obsenas y toda la parafernalia de una copia sacada de las salas cinematograficas. La atesoro junto con mis esculturas de pelusa, mis estudios fotográficos de la decadencia adolescente, amenazas de muerte cajetas, mi colección de impresoras a color de tinta desechables y hartas carnes.
Bien dice el Onésimo Memo: "El deterioro simplemente no tiene límites"; lo cierto es que, deterioro o no, las cosas calificadas "de mal gusto", a últimas fechas andan bien botanas.
Uno puede imaginarse que se trata del deterioro mismo llegando a nuestras vidas, infectando nuestro espíritu librepensante y majadero, pero haciendo revisiones exhaustivas de los índices de desempeño de la masa funk, como el RBC x M (Ratio Bruto de Chidioteces por Minuto), pus no andamos "que bruto, pinche chistocito de mierda", pero tampoco andamos bajones.
Y es que las cosas andan de tan mal gusto, que hasta simpáticas se ven (eso, claro esta, si mantenemos el criterio amplio y los chakras afinados y alineados); por ejemplo, fuentes del underground mexicano indican que programas tan furris como Los Sánchez se encuentran en la predilección de personas tan sofisticadas y versátiles como el buen Dr. Beck. Otro ejemplo: la poquianx se queda como zombie de sagüayo frente a los programitas matinales, uno de ellos con su gustada sección "bueniii, Buenii, BUENIII", que sólo me carcajeo de verla atacada de risa por semejante gordéz.
¿Dónde quedaron los programas decentes, como Nosotros los Gómez y Mi secretaria?
Ya que.
Luego, mi más reciente regalo es una bomba: me pasaron una copia del Exorcista IV, que por sí sola es una porquería bien hecha y gacha; pero esta versión que tengo en mis manos es única e irrepetible: tiene monitos parándose, llegando con sus palomitas, saltando, haciendo fuguritas y señas obsenas y toda la parafernalia de una copia sacada de las salas cinematograficas. La atesoro junto con mis esculturas de pelusa, mis estudios fotográficos de la decadencia adolescente, amenazas de muerte cajetas, mi colección de impresoras a color de tinta desechables y hartas carnes.
Es el ocio, querido diario, el que no tiene límites.
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Atte.
El Hijo de Nadie
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