El soundtrack de tu vida fue: Los Abandoned - Panic-Oh (self-titled EP, 2004).
Precaución, post cropofílico a la vista, tome sus precauciones.
Querido diario:
Interrumpimos nuevamente la saga del blog de las estrellas para traer a los hombres y mujeres de buena voluntad, un mensaje de odio y separatismo, básicamente.
No estamos hablando de la Navidad, a ésta ya la odiamos suavemente; las razones ya han sido expuestas con anterioridad.
En esta ocasión hablaremos sobre una de tantas colonias de esta bella metrópoli, que tiene la misma característica de las personas únicas e irrepetibles: o la adoras con frenesí, o la odias con todo el veneno de tu rencor.
Y es el segundo sentimiento el que me motiva en esta ocasión.
Cada vez que voy a la Colonia Condesa, me entran ganas de llevar una madeja de estambre conmigo, atar un extremo a un poste y adentrarme a sus calles con el resto, a fin de poder localizar la dirección por donde ingresé. La Condesa tiene la enorme desventaja de haber sido diseñada por un malnacido amante del ajenjo y los laberintos, que si bien le da ese aire concéntrico de exclusividad, también se vuelve un dolor de genitales el andar por ella; tal acto sólo es posible si no se tienen otros compromisos en el día, si se hacen acompañar de un nativo o condechifrénico o si se cruza con los ojos cerrados.
Aparte del olor a pretensión y el sentimiento de infula henchida en orines que se perciben en el centro de la colonia, donde se localizan una centena de establecimientos variopintos y donde uno puede encontrar lo sublime y lo ridículo en el mismo vistazo, la condesa adolece de las consecuencias de su boom mal planeado y cancerígeno: un horda de idiotas en automóviles que no se encuentran capacitados para usar el claxon de su automóvil, molestos e inseguros franeleros avorazando la oportunidad de asignarse el legítimo derecho de cuidar la unidad en la que andas, el vértigo que provoca el conducir por periodos prolongados por la calle de Ámsterdam y el olor a basura, que no se desecha con la misma velocidad con la que se genera.
El gobierno del Defe, previendo estos sentimientos de animadversión de un sector importante de la ciudadanía, ha acondicionado diversos puntos en las calles circundantes de la colonia, donde se prestan servicios sanitarios a las pobres víctimas intoxicadas con el noscivo ambiente wannabeista, se ofrece alivio a las náuseas y las seguidillas a flor de piel por los humores pendejorros y se trata la roncha sensibilidad al vano pensamiento, que producen migrañas y derrames de bilis.
Esto es modernidad, no mamadas.
Finé.
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Atte.
El Hijo de Nadie