domingo, octubre 01, 2006

= La acera me da confort VI =


El soundtrack de tu vida fue: Suede - Attitude (Singles, 2003).


Querido diario:

Mientras me encontraba paseando por la colonia San Rafael, sobre la calle de Ignacio Manuel Altamirano para ser exactos, cruzó desde la otra cuadra a paso tambaleante y se me emparejó un menesteroso profesional y certificado, portando sus prendas de trabajo, con penetrante olor corporal y étero aliento alcohólico.

A pesar del denso tufo etílico, tenía la mirada fija y penetrante, como solicitando quedamente mi atención; mientras cruzaba a su lado, deslizó discretamente un papel dentro de la bolsa izquierda de mi chamarra. Secundando sus sigilosas acciones, seguí mi camino de frente con el papel en el bolsillo y abordé la Rivera de San Cosme, caminando casualmente hasta las puertas del restaurante Boca de Rio, en busca de privacidad para resolver el enigma entre mis manos.

Mientras esperaba un ceviche de caracol y dos empanadas de cazón, saqué el trozo de papel de mi bolsillo: resultó ser de ese papel tipo cartoncillo con el que envuelven las tortillas, de corte irregular -evidentemente trozado a mano- y con un mensaje escrito en pluma azul, con impecable caligrafía:


" Comprar mezcal Costeño, tonaya Supremo, 940ml., certificado. Viernes 29, 6 de la tarde, Altamirano esquina Icazbalceta."


El Viernes 29 a las cinco estaba en las tres Rs comprando el mezcal, y mientras pagaba pasó rápidamente por la puerta una figura, que de reojo identifiqué como el menesteroso mensajero. Inmediatamente me asomé afuera del establecimiento, pero ya no pude ubicar su paradero con la mirada.

Esperé en las Qkas de San Cosme hasta el cuarto para las 6, cuando abordé la calle de Altamirano dejando atrás el sonidero nacional y los puestos de abulantes para adentrarme al corazón de la San Rafael.

Ya estaba en la fatídica esquina cuando dieron las 6 en punto, momento en que el menesteroso mensajero salió repentinamente debajo de un coche, se sacudió de las prendas la hojarasca y me hizo un gesto con la cabeza para seguirlo, acto seguido se echó a correr.

Lo seguí en sigilosa carrera, siempre al ras de la pared; dimos vuelta en Alfonso Herrera, en Gabino Barrreda, en Guillermo prieto y finalmente, en Velázquez de León, donde regresamos hasta la iglesia esquinada, cruzamos su pato-cerrada, subimos las escaleras y cruzamos Virgina Fábregas hasta llegar al parque que se encuentra a un lado de Circuito Interior.

En las canchas del básquet me esperaba una congregación de menesterosos, algunos viejos conocidos míos, luminarias de este blog.

De entre el tumulto se abrió paso una figura de bizarro porte: saco blanco con las manos arremangadas estilo Miami Vice, abundantes cadenas de chapa de oro, un anillo grandote y gariboleado por cada falange de sus huesudas manos, camisa floreada abotonada hasta el pecho, pantalones blancos con talle disco a la Travolta, zapatito choclo con su chinito de cuero, lentes de sol modelo visor, con brillo de espejo. Me encuentro ante
Hermenegildo Cázares y Mesa de la Concha y Duarte, mejor conocido como "El Reinito".

Su mote era vagamente mencionado entre las fuentes del medievo y del underground tabacalero, generalmente se hace referencia de sus múltiples alias: changoleón primado, su bajeza sudadísima, surrey de alcanfor, jefe de jefes, emperador de la mugre, modelo del esfuerzo nulo, líder chulo precioso, campeón de la broza nostra, Rey feo de los Menesterosos. Se dice que él apadrinó al Dandy Taco Sudado, el segundo menesteroso más antiguo del actual gremio.

A la fuente del medievo se le salió durante una guarapeta que Hermenegildo era miembro de Las Cinco Familias Secretas que dirigen al Mundo, una sociedad que hace ver a la cosa nostra como el club de los niños con polio y que por razones de seguridad propia y ajena, olvidaremos haberla mencionado; basta saber que un cup de maison mal orquestado fue la causa de su caida y de que la desgracia cayera sobre su cabeza, ergo de su destierro del paradiso perduto que existe en algun lugar indeterminado de la zona metropolitana, un barrio tan exclusivo que es imposible localizarlo en mapas. De ser un aspirante a patriarca, se convirtió en un individuo buscado por todas las fuerzas policiacas, por todas las organizaciones delictivas y por todos los frentes populares.

Después de entregar mi tributo, me vi en la necesidad de explicar mi presencia en la zona de trabajo de algunos de sus muchachos, así como los reportes de mi persona en los territorios de sus tenientes. Guardando la calma y siendo lo más suscinto posible, expliqué mi labor documental sobre el estrellato desechable. Corrí con la suerte de que el Reinito se sintiera halagado, me explicaron que pensaban dejar mi destino en las manos del gremio de las alcantarillas, bajo la sospecha de ser informante de sus adversarios.

Me es imposible mencionar cualquier otro detalle que se haya ventilado en dicha reunión, para mi sorpresa fui enterado del agremiado que tiene un café internet, y que vigila la web constantemente para la causa -pobre tonto, ingenuo charlatán, me dediqué con la memoria-.

Al pasar más tiempo en la San Rabel que en mi propia casa, el Reinito me tomó buena voluntad y me pidió lo acompañara hasta su esquina laboral - la misma donde comenzó mi travesía-, pues es bien sabido que sólo los buenos líderes predican con el ejemplo. Inmediatamente se formó un biombo humano, que cubrió la desnudez del Reinito mientra cambiaba su nívea indumentaria por una sudadera roja, pantalones café oscuro percudidos y su paliacate de la buena suerte. Un menesteroso ayudante, el más limpio de ellos, colocaba en una maleta Samsonite el traje de su líder, y se alejaba en dirección a la puerta del módulo de trata de agua, donde lo esperaba otro menesteroso. La puerta se cerró tras de ellos.

Mientras nos alejábamos, el singular gremio se dispersaba como mejor le convenía: entre las ramas de los árboles, bajando al subsuelo por las alcantarilllas, avanzando al otro extremo del amorfo parque, corriendo por las esquinas más desoladas. El Reinito es un entusiasta libador, ya llevaba media garrafa de mezcal cuando lo dejé en su esquina, cayó en un profundo sueño de beodos casi de inmediato.


Con la misma discreción aprendida del célebre gremio, deslicé discretamente de su funda mi nuevo celular con cámara integrada e inmortalicé el final de mi aventura.

Estoy conciente de que pruebo el alcance de la confianza recién otorgada de la peor manera, pero la crónica necesita sustento.


Ésta, es la luminaria estelar del blog de las estrellas.


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Atte.


El Hijo de Nadie.

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