sábado, enero 22, 2005

=Desde Molokai, con amor=


Querido Diario:

Mi frase predilecta es también un estilo de vida: "shit happens", que en mi opinión, demerita sin la imperante aclaración de que, en diferentes momentos de mi vida, lo he comprobado en carne propia; por todo esto (y muchas cosas más) le agrego el anexo/complemento/nota al pie/ lo que sea "it happened me".

Te he mencionado también, querido diario, que el Sr. Duplancher no sólo es único e irrepetible, sino que es un individuo de gustos poco convencionales y antirrollo, básicamente. Tal manera de ser le ha ganado las etiquetas de "poco ortodoxo" e "inverosímil", lo cual queda por demás comprobado cuando el destino anda en humores de repartir suerte: hasta para las desgracias es exquisito.

El buen Onésimo Nemo, demostrando una vez más que fue educado con el "Emilio o de la educación" en una mano, y el Manual de Carreño en la otra, encerrado en un espacio cúbico con libros, juguetes didácticos del siglo XVII y música de la misma época, suele tener unos pensamientos muy victorianos, tanto así que ahora padece una enfermedad que en su momento bien pudo ser una plaga victoriana: la varicela.
Primeramente, fue preocupante la noticia, pues es bien sabido que esta enfermedad es más peligrosa en un adulto que en un menor de edad; ya después encontramos malsano entretenimiento probando la sensibilidad de las ronchas.

La poquianx, noble y abnegada esposa, ha dedicado los últimos 4 días a atender los padecimientos de su marido, además de burlarse años de su enfermedad (la cual confunde con la lepra) y de hacer escarnio público del sufrimiento de su maridazo, como lo podrán constatar
aquí."Ay, tome, se le cayó su dedo".

Ergo, ahorita la poquianx es el padre Demian, piadoso religioso que cuidó a los leprosos de la isla hawaiana de Molokai, allá por el año de 1865. Al final, termina contagiado de la entonces fatal enfermedad. Mas le vale haberla padecido en su tierna infancia larvaria, porque es bien chillona.
Las primeras interrogantes ya perfilan el bloggoverso: que si no le dio de chiquito. Evidentemente no, el Sr. Duplancher no se junta con menesterosos. Es reciente su amor a la barriada y a lo vulgar (la iluminación tiene un precio, ye know); aún así, se anima ante la engorrosa experiencia y pide a todo aquel que ande apropiadamente inmunizado, comparta sus experiencias con el primerizo patológico, aqui.

En estos momentos, yo cumplo la función de "contacto con el exterior", tantito a la Mary Tifoidea, portador de la enfermedad sin verme nunca afectado. Bien puede estarse repitiendo aquel tragico momento en donde la raza cósmica cayó con toda su grandeza, ante los bichos del hombre blanco. Llego a la Ogrero Popular, y entro a desintoxicación y desparasitamiento, por si las moscas.

El artista que vive en mí me exige plasmar algo que conmemore la ocasión; el ojete que vive en mi, secunda la propuesta.

Me tomo un tecito de botarga, a la salud del Sr. Duplancher.

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Atte.

El Hijo de Nadie

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