martes, enero 21, 2014

= Desde nuestra indignada indefensión =



Ya no hay principios ni finales, solamente momentos. Y el momento es hoy, porque mañana será otra cosa.



Antes que las redes sociales, para mí lo que existe es la vida online.


Si tuviera que definirla, y plantear su relación con las redes sociales, esto es lo que saldría:


La vida online es esta modalidad de la existencia que existe en algún punto intangible, infinito e indeterminado, para el cual tenemos toda clase de nombres: la red, la web, la nube, etc., y donde trabajamos, platicamos, gritamos, gozamos, convivimos  y, consciente o involuntariamente, nos alimentamos de información.
Las redes sociales son el nuevo terreno de la vida online; en este lugar de la web  no existen las limitaciones que predisponían a la era de la información como algo generacional: no se requiere de un set de conocimientos técnicos mínimos para entrar en una red social y departir con propios y extraños.
Una persona que pasa un par de semanas en Facebook o Twitter rápidamente pueden entrar en el mismo hilo de conversación que llevan todos; y dónde los desencuentros de ideas nutren tanto como las coincidencias.
Los medios tradicionales de información extienden su alcance a esta gran plaza pública, donde editorializar es una labor titánica frente al torrente de información que instantáneamente fluye. 
En las redes sociales conviven todos, desde el más humilde de los usuarios hasta el más notable de los individuos y donde, en el sentido más práctico y "democrático", todos estamos al mismo nivel.
Todo podemos estar en la redes sociales, y la clase de atención que generamos depende enteramente de la forma en como nos expresamos.



A pesar de esta romántica semblanza, las redes sociales no son ni una utopía ni el paraíso: son meramente la extensión de todo lo que existe en el mundo "offline", incluidos sus lobos y sus verrugas.

Leyendo este texto de Antonio Marvel, podemos darnos cuenta lo fácil que es embelesarnos con los cantados beneficios y las asumidas libertades de las redes sociales, y olvidamos que los conocidos defectos de los sistemas políticos se extienden a este lugar, y donde quepa su entrada, si así lo permitimos.

Antonio cree que la dicotomía izquierda-derecha viene a ser sustituida por el gobierno contra la ciudadanía, y lo plantea como si fuese una consecuencia de la política entrando a las redes sociales y corrompiendo todo, cuando lo primero es meramente el menú en tres tiempos que nos recetan las campañas políticas, y lo segundo siempre ha sido la realidad mexicana debajo de los velos de las ideologías.

 Los tres partidos principales de México provienen de la misma cepa política; es un sistema que sólo beneficia a los propios y a los que convenga privilegiar, que vela por los intereses del político -sin importar si es aliado o enemigo, y donde el fin último del poder es la permanencia del status quo.

Políticos van y políticos vienen, y los que han sabido/logrado aprovechar su momento de poder para el beneficio de la sociedad los contamos con las manos; el resto alternan de banderas, de principios y hasta de caretas como quien modela ropa en un desfile de modas.


Por otro lado, a qué le tiras cuando navegas, mexicano: ver los cambios desde la ventana del mundo tiene sus inconveniencias, especialmente si no razonamos las condiciones de dichos ejemplos.

Asumimos que la primavera árabe se dió gracias a la sola presencia de las redes sociales, cuando sólo fue la plaza pública donde se dieron las discusiones y donde se organizaron las movilizaciones en las calles del mundo de cemento y carne: esas fueron las acciones que derrocaron gobiernos e instauraron democracias.

Luego, cuando fallamos en sacarle provecho a las redes sociales, y nos quedamos a un paso de concretar la autodeterminación deseada, declaramos el fin de nuestro idilio social, anunciamos funestamente la llegada de la vida "post digital" y nos tiramos a la cama a llorar amargamente.

Y pues no.

Platicando el otro día en Twitter con la periodista Dolores Aragón, llegamos a la conclusión de que el fin no es el medio: los cambios no se darán a través del acto de protesta misma, sino por las ideas y las propuestas que elaboras para manifestarlos en dicho formato.

Regresando al tema de las redes sociales: el descontento de la sociedad en las redes sociales es sólo el medio, el fín es construir una propuesta a la realidad que ya no concuerda los intereses de esta sociedad, y plantear y definir los métodos como vamos a implementar dichos cambios. Nosotros, los ciudadanos, con o a pesar del sistema político.

Es por esto que el desacuerdo ya no alcanza para manifestar el cambio: decir que no me gusta como gobierna Miguel Ángel Mancera (por poner un ejemplo) tiene que venir acompañado que una serie de recomendaciones y solicitudes de lo que esperamos de su gobierno.

Su agenda para los 6 años puede que no concuerde con nuestras expectativas y nuestros estándares, como ocurrió en este primer año de gobierno. No es defensa, no es ataque: es lo que necesitamos.

Todo esto tampoco no puede venir de una sola persona, sino de la discusión conjunta de los interesados: todos tenemos que entrar en la discusión, porque hasta los líderes de un movimiento son susceptibles de ser "asimilados" en la maquinaria clientelar creada por la Revolución Institucional, y porque la boca de uno no es la cabeza de todos.

En resumidas cuentas: a todos nos toca asumir la responsabilidad que nos corresponde dentro de este pasteleado concepto llamado democracia, donde el ciudadano finalmente toma parte activa en la construcción de los planes de gobierno, y de común acuerdo toma las decisiones. Y asume sus consecuencias.


Todo esto escribo esperando que la indignación online de nuestra sociedad se convierta en el motor de un futuro más próspero, y no en el débil jimoteo de nuestra asumida indefensión.



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 Atte. 

 El Hijo de Nadie

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