lunes, diciembre 06, 2004

.:* UaUaUaUa o Crónicas Épicas de las Chiks *:.

Querido diario:

Qué alegria cuando me dijee-ron, vamos a la casa de las chiiks...

Sucedió que, después un Sabadaba exquisito antisuegras, cuando el día se disponía a morir y la noche caía como acogedor manto estelar sobre un árbol, mítico y suave cobijo de una noche triste, un rebelde motor arrancaba con rumbo fijo al sur de la zona metropolitana.

Entre veteranos a estas sesiones, un novato servidor veía las luces de la ciudad pasar por la ventana, imaginando todo lo que le esperaba en un lugar que el destinó marcó bajo un nombre casi profético: Esmeralda. Mas tarde llegaría al a conclusión que revolotea en mi sentir en estos momentos: me he quedado corto.
La llegada marcó el tono y el compás para los eventos de un futuro inmediato: un monigote de casi 2 metros de longitud, peinado cuasiafro, vestuario casual y personalidad magnética, esperaba sentado con una pierna cruzada, silente y sereno, recibiendo a las visitas con la mirada perdida en lontananza indefinible. Era el coprotagonista, pieza fundamental del evento al que se nos había convocado.

Y el sonido de sonoras risas rompieron con la tranquilidad del sitio: una peluca roja, un sombrero negro estilo 4 non blondes, un sweater lila de fino pelambre, un brazalete de púas metálicas, traían hacia los asistentes las fanfarrias del dramatis personae épico de estas antiquísimas reuniones, un grito que anunciaba el principio del eliséico momento:

The chiks are on tha house.

Una vorágine de alcohol, presentaciones, flasbacks, pruebas de sonido, saludos secretos chiks, queso manchego, reproductores DVD burócratas, y de juguetonas, dinámicas, peligrosamente hermosas odaliscas urbanas danzando por doquier, devoraron mi conciencia, malviajando mis sentidos en una experiencia de color, risas, beneméritas eminencias y Gloria Trevi.
La dinámica del ritual era claro: el objetivo inicial se ejecutaba en un primer movimiento: la proyección de las muestras cinematográficas chiks, rondas de aplausos, música de corte casual y grupos de críticas, comentarios y botana verbal y visual; precedida por una ronda de esquemas musicales sofisticados, a falta de una mejor palabra, que le manejaban desde Moloko y su Bring it Back, Los Dyvinils se soltaban y declaraban altivos I touch Myself, Loucious Jackson predicaba el voyeurismo de su Naked Eye hasta el tema de Super Mario Bros encontraba un lugar en nuestros corazones, en nuestro ser.

El movimiento final se cerraba con un baile ritual de las Chiks, al centro de la sala y haciendo demostraciones de soltura, de suficiencia, de poder; alegres y vitales, danzaban en el cabalístico círculo de cuatro, dejado en claro su posición como indiscutibles epicentros de la reunión, como emperatrices de la gracia y de la camaradería, como símbolo de unidad y de la identidad única e irrepetible, en un mismo movimiento

La cacofonía orgásmica-orgánica- macrobiótica te susurraba al oido: déjate caer. Era como si toda la razón para seguir respirando, para seguir observando, para seguir degustanto, para seguir tocando, para seguir viviendo, fuera ese abrumador tretanvirato que brillaba refulgente en un caleidoscopio de emociones, en un torbellino de pasión embriagador.

Y el ciclo se repetía, de manera irremediable.

Mis sentidos estaban embotados, elfas californianas murmuraban obsenidades en contra de sus hermanas, caídas en el cumplimiento de su deber, corrompidas por el hedor humano. Una raza que se resiste a morir, pero que sufre por la pérdida de su legado, inmortal respiro de vida. Ibiza es el faro de la esperanza. Las Hijas de Arwen no prevalecerán.

En algún punto, entre los ciclos rituales que nacían y morían con la llegada y salida de asistentes, el ritmo comenzó a cambiar de tempo (ritmo), la tormenta comenzaba a amainar, y Gloria Trevi sonaba al fondo, asombrando a propios y extraños; el lugar invitaba a una pausa en el fragmento lounge yacere-qui del lugar: Que los sentidos asimilen lo acontecido, marcado en la memoria del lugar queda tu asistencia. Prohibido tienes olvidar lo que has visto.

Un tal Mario llegó, cual profesional de estas visitas, que hasta venía de un evento paralelo y traía por séquito a sus veteranos acompañanes, miembros distinguidos de este pequeño ecosistema que acababa de invadir.
El aire de la noche despertó a la masa funk, no dejaba de expresar su sentir: qué bonito, de vererag hombre.
El viaje de regreso quedó enarbolado por fuegos artificiales, éfimeras bengalas fátuas que adornaba nuestr triunfal regreso, pero que al mismo tiempo marcaban el final de otro acontecimiento, ésteril e intrascendente: otro teletón, otra monumental tomada de pelo.

Una breve y acogedora comparación de notas de fresismos ilustrados, unas vueltas por la zona metropolitana, una despedida en circuito, otra mas emotiva en las imediaciones de San Cosme, un gesto de cortesía y de franca camaradería, todo había sido consumado.

Y al día siguiente, había sido tal la impresión de la odisea, que no podía dejar de hablar de ello.

En las vísperas del siguiente evento me pregunto, querido diario, si ya me encuentro ungido.

Je ne se pas, petty, silly boy.
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Atte.

El Hijo de Nadie
P.D. Una vez que me haya recuperado de la impresión, procederemos a la reseña de los Chiks Video Awards.

4 comentarios:

Scarlett Freyre dijo...

la cancion tarantinesca esta excelente

Tanzanite dijo...

Seguiremos en la lucha... MUERTE A LAS HIJAS DE ARWEN (traicionera esta)

Lucitzel dijo...

Magnifica reseña del reven Chick, que te puedo yo decir...
Los hombres las prefieren Chicks...

El Mareo dijo...

Los fuegos artificiales fueron algo verdaderamente especial. Un momento de gozo supremo, en donde el tiempo y su velocidad pasé a olvidar. Estuve a punto, a punto de robarte un beso, Omar, pero no me atreví.

Por supuesto que es cábula, estúpidos.